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Identidad de género

Cuando hablamos de identidad nos referimos a la conciencia del YO, que es el núcleo permanente de la IDENTIDAD. Yo he sido, soy y seré siempre yo, nunca otro, el mismo, más allá de los posibles cambios más o menos importantes. Dicho de otro modo, el Yo no cambia en cuanto tal, no cambia en lo que tiene de esencial, lo que me define como persona existiendo. Solo una persona psicótica puede tener este tipo de delirios. Pero éste no es el tema de este trabajo. Esta identidad se expresa en otras categorías permanentes del self, del yo mismo, entre las que destacan la siguientes: soy corporal, soy mental, soy temporal, soy emocional-afectivo, soy sexual, etc. Fíjese el lector que no decimos tenemos un cuerpo, tenemos mente, tenemos sexualidad, tenemos emociones y afectos. Sino que decimos “somos” …. porque el Yo no está en el aire, no es un núcleo al que se añaden estas cosas, sino que estas categorías son permanentes, porque uno mismo no existe sin cuerpo, sin mente, sin afectos o sin sexualidad.

Lo que no necesariamente es estable y permanente. Cambios en términos y conceptos.

A partir de aquí, las cosas cambian de una forma sustancial, porque hay seres humanos con características corporales, mentales, afectivas y sexuales muy diferentes. Y, además, con alguna frecuencia, estas características pueden cambiar a lo largo de la vida. Es así como llegamos al tema concreto que nos ocupa: la identidad sexual, el transexualismo, el transgénero, etc

Es verdad que, desde el punto de vista estadístico, la mayoría de las personas tienen una fisiología sexual definida claramente como hombre o como mujer, y se saben, reconocen y sienten hombre o mujer, en correspondencia directa con su fisiología. En este caso, decimos que tienen una IDENTIDAD SEXUAL que se corresponde con la biología de su cuerpo. Se miran, tocan, sienten y se dicen: soy un hombre, soy una mujer, asignación que normalmente hacen los adultos de los niños y niñas al nacer y que los menores empiezan a reconocer, como veremos a finales del segundo año de vida.

En muchos casos, pero no de forma tan generalizada, como en el caso de la identidad sexual, las personas suelen aprender y asumir el ROL que la sociedad asigna como propio de los hombres y las mujeres. Tradicionalmente el planteamiento que se hacía era el siguiente:

  • Somos sexuados y hay dos sexos biofisiológicos, el del hombre y el de la mujer
  • Solo puede haber dos identidades, dos juicios sobre la propia identidad: soy hombre o soy una mujer.
  • La orientación del deseo siempre ha de ser heterosexual.
  • Los roles sexuales son dos: el masculino y el femenino y deben corresponderse con el sexo.

Luego un hombre biológico se sabrá y sentirá hombre, deseará a las mujeres y será masculino en su forma de estar en la sociedad. Una mujer biológica, se sabrá y sentirá mujer, le gustarán los hombres y será femenina en su rol social. Pero este planteamiento no es científico. Lo cierto es que es muy importante comprender que el Yo nos da unidad, estabilidad y exclusividad, que somos de una determinada manera como especie (corporal, sexual, mental y emocional-afectiva), pero que más allá de eso somos muy diversos, y tenemos la obligación de aceptar y ayudar a toda persona a sentirse lo mejor posible, a alcanzar su bienestar. Solo debemos ser intolerantes con la diversidad intolerante; por ejemplo, la homofobia, la transfobia.

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